Halloween en PortAventura
- Sofia & Pep Blay
- 30 sept 2018
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 22 ene 2019
No lo entiendo: las montañas rusas me dan miedo y los zombies también. Sin embargo, me enloquecen los parques de atracciones y los monstruos que parecen reales. Para mí Halloween en PortAventura es genial!

Escuchad a Sofia y a su papá Pep hablando de esta experiencia en el programa de radio infantil ICATKIDS en Icat FM-Catalunya Ràdio. Sábados y domingos de 10 a 11h, sección EN MARXA PAPES
Fuimos tres días y dos noches. Nunca había estado tanto tiempo en PortAventura, y pasé todo el mes de Septiembre emocionada, marcando en mi calendario los días que faltaban para ir. Cuando le dije a Estela que sería en los días de Halloween, se volvió loca y le pidió a su mamá si podía venir con nosotros. Estela es una amiga de la escuela a la que le gustan los vampiros y los esqueletos de Halloween tanto como a mi. Me parece que somos las dos únicas niñas en la escuela a les que les molan los monstruos! Y ya que en la habitación del hotel cabríamos los cuatro, sus padres y los míos asintieron.
Estábamos tan ilusionadas! Nos vestimos con calaveras y yo me puse los cuernos de Maléfica. Durante el trayecto de coche no cesamos de cantar canciones de Halloween, como la de la peli Pesadilla antes de Navidad. Y cuando vimos a través de la ventana, por primera vez, las atracciones de Portaventura, gritamos emocionadas!
Antes de entrar fuimos a descargar la maleta en el hotel. Papá estaba contento porque, como era viernes y el parque no estaba lleno como un sábado o un domingo, pudimos hacer el check in rápido. Nos tocó el Hotel The Callaghan's, estaba em la zona del Far West y era una mansión antigua con fotos en blanco y negro de indios y vaqueros.

Encontramos una buen oferta en la web de PortAventura para un hotel del parque. La alternativa low cost era un apartamento airbnb de 50 € en La Pineda, Vila-seca o Salou, a 5 minutos en cotxe, y entrar con los 2x1 que regalan en diarios, bancos, supers... siempre hay promociones!
No lo elegimos nosotros. Cuando reservamos en la web del parque, clicamos PortAventura Roulette, que es la opción más barata. Se paga y el día antes te dicen qué hotel te toca.

Era muy chulo, pero no nos quedamos ni un minuto. Papá quería aprovechar que era viernes para subir a las atracciones que más nos ilusionaban, porque el sábado y domingo enconraríamos muchas colas.
Y la verdad es que en el camino al parque no encontramos a nadie. Las calles desiertas, sólo casas de madera y cactus.
Dentro del parque, a Estela y a mí nos entraron ganas de correr. No sabíamos muy bien hacia donde, toda aquella zona nos parecía del antiguo Far West, aunque también había esqueletos, un carruaje de caballos con telarañas, calabazas... Era Halloween en PortAventura!
Aprovechamos el sol para las atracciones de agua. Halloween es en otoño, y si pasa el aire es fácil costiparse. Nosotros traíamos el chubasquero de casa, en PortAventura valen 15 €
El día era soleado, maravillos, y papá nos propuso: "¿Vamos a las atracciones de agua? Hoy nos secaramos rápido y no nos resfriaremos." Y Estela y yo chillamos a la vez: "Síiii!" A mi lo que más ilusión me hacía era subir a todas las atracciones que diesen vueltas y a las de mojarme.

Y fuimos al Silver River Flume, que es un recorrido con troncos que flotan por el aigua, con unas subidas y bajadas de las que hacen cosquillas en la barriga, como las montañas rusas.
Papá y mamá, que iban delante nuestro, se mojaron un montón. A Estela lé encantó, pero a mi la última rampa no me hizo mucha gracia, era muy fuerte y pasé algo de miedo.
En cambio, los rápidos me entusiasmaron. Unas barcas de madera redondas que iban poco a poco y de pronto aceleraban mucho y el agua nos salpicaba. Gritamos durante todo el trayecto y al final nos mojamos.
La seguiente atracción de agua en la que íbamos a subir era el Tutuki Splash, en la zona de la Polinèsia. Pero a mi no me hacía mucha gracia...

Sólo tenía una bajada fuerte y... era tan fuerte! La gente gritaba muchísimo y quedaba empapada! Me lo pensé dos veces y me eché atrás.
Estela insistió, y yo le dije que quizás subiría en el último día. Lo cambiamos por unas canoas que había al lado. Estela no quiso ni subir, decía que era para niños pequeños. Ella tiene 7 años, uno más que yo, y es más valiente.
Los papás hicieron el esfuerzo de llegar en viernes, aunque sólo fuese por unas horas, para evitar colas en las atracciones que deseábamos. Había menos gente que sábado y domingo
Creo que se enfadó un poco. Sin embargo, el disgusto se le pasó pronto. Junto a Polinesia estaba Sésamo Aventura, donde las atracciones están diseñadas para los niños. Había un árbol mágico en el centro y unas mariposas que volaban cuando pedaleábamos. También una caida libre y una montaña rusa que molan porque no dan miedo, aunque hacen cosquillas en la barriga!
Desde el avión del Cocopiloto vimos todo Sésamo Aventura. Ahí descubrimos una atracción muy guay: Magic Fish. Eran en unos peces que daban vueltas y, al girar el volante, derrapaban y nos mojábamos!
Nos lo pasamos tan bien con el agua y el sol era tan bueno, que los papás nos llevaron a la atracción de Angkor.
Teníamos que subir a unas barcas que navegaban a través de una selva asiática con serpientes, tigres, elefantes y ruinas de templos antiguos. La gracia eran los disparadores de agua, y cuando nos cruzábamos con otras barcas, podíamos disparar y mojar a la gente. Claro que ellos también nos mojaban a nosotros!
Y entonces topamos con las montañas rusas gigantes de Shambala y el Dragon Khan. Nos quedamos perplejas, fascinadas, contemplamos a la gente subiendo y bajando por aquellas rampas de miedo! Cómo gritaban!
Ni Estela que es tan valiente se atrevía a subir. Yo tampoco. Aunque no nos hubiesen dejado, no medimos 1'40 m!

La verdad es que nos apetecía parar un poco. Estela y yo nos compinchamos para volver a Sésamo Aventura, donde había un área de toboganes y redes, de estas que se encuentran en los parques. A los papás no les pareció buena idea porque estaba llena de niños, algunos muy pequeñitos, y en lugar de bajarnos la energía nos estresaría más. Y nos llevaron al área infantil de la China.
Hay tantas atracciones chulas que si se hacen seguidas cansan. Yo también necesito parar a mi bola. En los toboganes del área infantil de la China estuve muy a gusto
Era muy chula y muy tranquila, el lugar perfecto para que Estela y yo jugásemos un rato a nuestra manera. Había un dragón muy bonito que se podía escalar, con puentes, redes y toboganes. Y los papás se sentaron a descansar en un banco.
También aprovechamos para hacer pipí, con tantas emociones casi ni me acuerdo! Y me relajé.
En China montamos en unos globos que daban vueltas y más vueltas. Después subimos a unas tazas que tampoco paraban de dar vueltas y más vueltas, y que tenían un volante que si girabas aún daba más vueltas. Venga vueltas y vueltas!
Papá estaba mareado, decía que no podía más, y nos hizo reir muchísimo.

Lo estábamos pasando tan bien! Pero el día se acababa y en viernes PortAventura cerraba a las siete de la tarde.
Era hora de descansar. Quedaban dos días más en el parque, y teníamos que guardar fuerzas. Cenamos muy pronto en un restaurante y, mientras esperábamos la comida, nos dieron unos colores y un dibujo para pintar a Woody, la mascota de Portaventura.
Fuimos a dormir pronto. Estela y yo nos imaginamos cómo serían los monstruos que veríamos el día siguiente en los espectáculos de Halloween. Hasta que papá nos puso música suave en el móvil. Yo me dormí escuchando Un día en el parque, de Love of Lesbian. Y no me dio miedo cerrar los ojos con vampiros en la cabeza. Sé que mis padres matarían monstruos por mi.

El bufet del hotel era ideal para desayunar mucho y no tener hambre a mediodía. Queríamos subir a las atracciones a la hora de almorzar, para evitar colas. Yo, que no tolero la lactosa, encontré todo tipo de leches. Y en otros restaurantes garantizaban un menú adaptado a alergias y sin gluten

El sábado por la mañana nos despertamos supercontentas. Cuando supimos que el desayuno era tipo bufet, salimos corriendo de la habitación.
Me encantan los bufets. Papá nos aconsejó que comiésemos mucho, que tardaríamos en almorzar.
Tomé un zumo de naranja natural, fruta, huevos, jamón y leche de almendras. Como no tolero bien la lactosa, me gustó que me dieran a elegir todo tipo de leches!

Al salir del hotel ya vimos que los papás tenían razón cuando decían que en sábado hay mucha más gente. La recepción estaba llena de gente haciendo cola.
También notamos que había más ambiente de Halloween en el parque. Además de la decoración de esqueletos y calabazas, se paseaban zombies.
Estaban tan super bien maquillados, que les pregunté si eran de verdad o no. Había algunos simpáticos que se dejaban hacer fotos.
Estela y yo nos acordamos del video de Michael Jackson Thriller en que salen zombies bailando, y nos pusimos a cantar. Fue un paseo muy chulo hasta que llegamos a Sésamo Aventura.

El primer espectáculo que íbamos a ver era "Halloween Family Festival", con los personajes de Barrio Sésamo disfrazados. Era en un auditorio al aire libre y nos podíamos sentar cómodos, pero el problema es que no teníamos ganas de estar quietas y nos fuimos. Preferíamos subir a las atracciones que nos gustaban como Magic Fish o las muntañas rusas Tami Tami. I cuando vimos al Conde Draco y a Coco, nos hicimos la foto con ellos.
En cambio, sí que nos enganchamos a ver el show de otro escenario en que unas vampiras bailaban a ritmo de Lady Gaga. A mí me mola mucho la canción Bad Romance y me fijé bien para acordarme de los movimientos y repetir la coreografía en casa.
Papá aprovechó que en Sésamo Aventura podíamos subir solas a muchas atracciones para dejarnos con mamá y entrar a Rec Experience, un show de Halloween para mayores de 12 años.

Lo hacían al lado mismo de la puerta de Sésamo Aventura, en la zona de la Polinesia, y no tardó mucho en volver. Nos dijo que estaba inspirado en una película de miedo.
Era un lugar completamente oscuro donde aparecía gente infectada por una enfermedad muy peligrosa y contaminante, y no los podía tocar. Nos enseñó fotos y parecía asustado! A nosotras nos molaba!
Entonces fuimos a un pasaje para niños: "La expedición encantada de Tadeo Jones". Era en la zona de Mèxico. Al entrar, un explorador nos anunció que Tadeo Jones se había perdido y había que encontrarlo. Caminamos por pasadizos oscuros y gente extraña nos daba pistas. Cuando vi a Tadeo Jones, me puse nerviosa! Era como en el cine!
Con tantas emociones y tanta gente por todas partes, necesitaba tranquilidad. Parar. Me apetecía anotar en mi libreta todas las atracciones y espectáculos en las que había subido hasta el momento. Tomamos un refresco enun bar mexicano, me puse un máscara de catrina y Winnie, que es la otra mascota del parque junto a Woody, vino a saludarnos. Iba vestida como Frida Kahlo y nos firmó un autógrafo!

En México intentamos entrar en varias atracciones pero no lo conseguimos. En el laberinto de espejos había tanta cola que no quisimos esperar. Otras eran para niños más pequeños o para mayores de 1'30m. Qué rollo! Entonces Estela se obsesionó en que quería subir a una montaña rusa de las que dan miedo. Y yo le seguí el juego.
Mis papás cedieron.
Buscamos un cartel electrónico de esos que marca el tiempo de espera para subir a las grandes atracciones, y elegimos La Estampida.
Estaba en un extremo del parque, y tal vez por eso y porque ya era la hora de almorzar, no había demasiada cola. Los niños entre 1'20 y 1'40m podíamos subir acompañados de un adulto.

Mamá nos preguntó si estábamos convencidas, y yo dije que sí. Sin embargo, mientras esperábamos, veía cómo gritaba la gente y me puse nerviosa. Había muchas subidas y bajadas fuertes y hacía mucho ruido.
Cuando subimos, ya era demasiado tarde. Aquella montaña rusa era muy alta, y me dio miedo. Tanto, que cerré los ojos y lo pasé fatal.
Cuando bajé de la atracción, lloré. Mamá me consoló, y me dijo que a veces tengo que experimentar y asumir las consecuencias de mis decisiones. La verdad es que si no me hubiera dejado subier, me hubiese enfadado mucho. Aunque quizás también lloraba porque estaba cansada y tenía hambre.
Almorzar en restaurantes con espectáculo fue perfecto para pasarlo bien descansando. La alternativa low cost era llevar bocatas que habríamos dejado en las taquillas que hay antes de entrar en el parque. Puedes entrar y salir cuando quieras!
Entonces mis padres nos dieron una sorpresa: habían reservado mesa en La Posada de la Familia Halloween. Ibamos a almorzar con la familia Addams! Nos hizo tanta ilusión que arrancamos a correr. Estaba muy cerca de donde estábamos!

El restaurante era oscuro y misterioso. En las ventanas había caras pintadas que cuando menos lo esperabas se movían solas. La camarera nos trajo macarrones sin queso. Ya sabía que no podía comer lactosa!
A mis papás les sirvieron sopa de bruja y de segundo un "filete de Morticia con guarnición de Halloween".
Durante la comida se presentaron todos los de la familia Addams. El mayordomo simpático que parecía Frankenstein traía "deditos de la abuela" para comer. Miércoles, la más loca, quería probar carne de los espectadores. También vino Morticia, Gómez... y el tío Fétido, que se puso a mi lado y me hacía reir mucho!
Después de los postres hicieron un espectáculo divertido. Intentaron guillotinar a un chico del público y sólo lograron cortar dos zanahorias. Al final sacaron a los niños a bailar. Papá también bailó Think, de Aretha Franklin. Es una cantante que está muerta, como los de la Familia Addams! Nos dijeron que estaban muertos desde hacía siglos!
En la terraza del restaurante había dos maquilladoras. Una de ellas, Alexandra, se encargaba de caracterizar a los zombies de PortAventura. Nos dijo que era campeona del Mundo de maquillaje y de body painting (que quiere decir decorar el cuerpo). Observamos con atención cómo trabajaba y nos maquilló de vampiras!

La verdad es que este almuerzo en La Posada de la Familia Halloween fue una buena idea.
Desde que llegamos hasta que salimos maquilladas, pasamos casi tres horas con un espectáculo exclusivo donde incluso me dejaron jugar con el decorado. Además, reposé y no hice colas.
Afuera en cambio, PortAventura estaba completamente lleno. Era sábado por la tarde y había gente por todas partes.

En la tarde de sábado están tan llenas las atracciones que mejor salir a descansar para volver con fuerzas por la noche. Si la entrada incluye Ferrari Land, es el momento para ir: es más tranquilo
El Pase Express es genial cuando PortAventura está lleno, pero sólo vale para grandes atracciones. A los que no nos van las emociones fuertes o no llegamos a 1'30m, hacemos cola en las otras
Entonces mis papás nos propusieron ir un rato a la piscina del hotel, pero Estela y yo nos negamos: no queríamos que se nos borrase el maquillaje! Mamá insistía en que teníamos que descansar y, con las colas que había, era mejor pasar la tarde en la habitación y volver de noche. PortAventura cerraba a las 11h, el sábado!

Pero las niñas queríamos atracciones. Y Estela pidió otra montaña rusa fuerte. Yo dije que me atrevía a subir con ella si no era La Estampida. Y los papás, que veían esas colas tan largas que hacía todo el mundo, dijeron: una más y basta! Consultamos el cartel con el tiempo de espera para las atracciones fuertes, y elegimos el Tren de la Mina. Aunque yo no estaba convencida...
Como no lo vi muy claro, preferí esperarme a a que primero la probasen mamá y Estela y después me la explicaran. Cuando salí, me dijeron que era rápida pero no vertiginosa. Me atrevía a montar y... tenían razón! Me lo pasé tan bien que quería repetir! Gracias al Tren de la Mina, me reconcilié con las montañas rusas.
Estábamos cansadísimas y fuimos directos a la salida del parque. La única parada que los papas nos permitieron fue para escuchar a Vuitrix, un buitre que vive junto al cementerio del Far West. Es un muñeco rockero que canta Tom Jones, Bon Jovi o Robbie Williams. A papá le moló que cantase Let Me Entertain You.

La verdad es que después de dos días tan intensos ya estábamos sobrepasadas. Y aún nos quedaba el tercero! Suerte que salimos del parque un rato para recuperarnos.
El silencio nos sabía a gloria, y paramos a jugar en una plaza.
No había casi nadie. Le pedimos a papá que nos hiciese el monstruo. Y sin ir maquillado, nos hizo reír tanto! Ah, y también nos visitó Woody. Fue una gran sorpresa!
Después nos encerramos en la habitación. No hicimos siesta, pero casi.
Cuando salimos, al anochecer, fuimos directamente a la zona del Mediterráneo, donde se celebraban los últimos espectáculos del día: Halloween Parade y Horror en el Lago.
El primero era un desfile con todos los personajes que habíamos visto en el parque: Woody, Tadeo Jones, la familia Addams... A Estela le gustaban los zombies, yo prefería las momias y los vampiros. No paraba de sonar la canción de Halloween de PortAventura. La repitieron tantas veces que se me enganchó.

Después empezó el segundo espectáculo. Lo más alucinante es que lo hacían sobre el lago! Era una historia de monstruos con efectos especiales y proyecciones gigantes. De las aguas salía un dragón inmenso, monstruoso.
Lo tenían que vencer dos hombres que volaban por encima de todos propulsados con un motor. Se acabó con unos fuegos artificiales.
Aunque yo estaba cansada, y lo vi todo sentada en la falda de papá y después a hombres. No podía con mi alma, y de regreso al hotel, caí dormida en sus brazos. Y a no aguantaba más.
Me gusta repetir mis atracciones favoritas. Quiero sentir que las domino y sé sus trucos. Papa se obsesiona con probar atracciones diferentes y acabo agotada, sobrepasada

El domingo fue un día más tranquilo. Papá quería conocer el parque vecino de PortAventura: Ferrari Land. A mí y a Estela no nos parecía mala idea, pero preferíamos repetir las atracciones que más nos gustaban de PortAventura.
Papá decía que no quería más colas y que en Ferrari Land podríamos subir tranquilamente a todas las atracciones de la nueva área infantil, que las teníamos que conocer y probar...
Y mamá, que nos entendía mejor, nos hizo una propuesta: ya que para ir a Ferrari Land teníamos que pasar por PortAventura, podríamos subir a tres atracciones: una la elegiría Estela, otra yo y otra mamá.

Nos espavilamos a desayunar para entrar entre los primeros y evitar las colas. Siempre preocupados por las colas! Y esta vez nos equivocamos. Muchos de los que se habían quedado el sábado por la noche pensaron lo mismo que nosotros, y cuando llegamos a la hora que abrían, las 10h, la cola era gigante. Si hubiésemos ido media hora más tarde, hubiésemos entrado a la misma hora.
La primera atracción donde subimos fue la que elegí yo: los barriles del Far West. No es que sea ninguna de las famosas de PortAventura, pero para mi es la bomba. Se trata de montar unos barriles que dan vueltas y vueltas y cada vez más rápidas, tan rápidas que hacen cosquillas en la barriga. Y la gente grita mucho!
Estela quería una montaña rusa y mojarse, y pidió Tutuki Splash. Era la atracción por la que nos discutimos el primer día. Entonces yo no me atreví a subir, pero después de la experiencia de ayer con las montañas rusas, me atrevía a lanzarme. Me empapé de arriba a abajo, pero fue tan chulo que quería repetir!
Mamá, en cambio, prefirió un espectáculo: las Aves del Paraíso en la Polinesia. Un señor divertido que no paraba de hacer chistes nos enseñaba cosas de los pájaros exóticos que sacaba al escenario: guacamayos, marabús, grullas coronadas... Algunos volaban a través de aros, otros comían en la mano de niños. Y había un loro que cantaba!
Cuando terminó, teníamos hambre. Entonces papá propuso: "qué os parece si comemos pizza en Ferrari Land? Es un parque ambientado en Italia y seguro que las pizzas están buenas!" Venga!
Para los niños, lo que marca la diferencia en Ferrari Land son los simuladores de coches de carreras y de un helicóptero que persigue un Ferrari por todo el mundo. Sin moverse de la silla, se siente el vértigo y la velocidad con un nudo en el estómago

En Ferrari Land casi todas las atracciones tienen que ver con los coches de carreras. La que más impresiona es una montaña rusa altísima con una bajada completamente vertical y que toma mucha velocidad. A mi me dio miedo, y aún más cuando oía los gritos de la gente. También había dos torres de caída libre muy altas. Cuando sea mayor y mida más de 1'40m, subiré.
El área infantil estaba muy tranquila y no había colas. Subimos a las montañas rusas pequeñas, me parecieron más chulas que las de Sésamo Aventura.
También subí a un elevador que nos columpiaba en el aire y daba vértigo. Y dimos vueltas en unos aviones y unos coches de carreras.

A mí me gustó mucho la Maranello Grand Race, un circuito donde conducíamos coches de verdad. Mamá apretaba el acelerdor y yo llevaba el volante. No era tan fácil como creía eso de girar en las curvas!
En Ferrari Land no hay tantos espacios a la sombra como PortAventura. Y con el sol que caía, no quise detenerme a ver el show el show acrobático de bailarinas y skaters.

Estábamos cansadas y mis papás decidieron ir a una última atracción: Flying Dreams. Entramos en una sala oscura, nos sentamos y nos pusimos el cinturón de seguridad. De pronto, las sillas se movieron y aparecieron imágenes que nos hacían creer que subíamos al cielo, como si fuéramos en helicóptero. Entonces perseguimos a un Ferrari que a toda velocidad daba la vuelta al mundo.
Sentí tanto vértigo que me agarraba a la butaca como si fuese a caer, levantaba las piernas para no chocar contra los árboles, sentía las cosquillas de velocidad... ¿cómo era posible si no nos movíamos de sitio? Era brutal!

Después de esto, ya no hacía falta nada más, Aún quedaban dos horas y podíamos haber subido al simulador de coches de carreras del que tanto nos hablaban, Racing Legends. Sin embargo, mis papás decidieron que era hora de irse. Y Estela y yo ni protestamos.
Regresamos al hotel en el trenecito de PortAventura y durante el recorrido apuntamos en la libreta todas las atracciones donde habíamos subido. No quería olvidarme de ninguna!
Estela me dijo que estaba contenta porque pronto volvería a ver a su familia. Yo también tenía ganas de estar en cas y de jugar con mis gatitos. Los echaba de menos.
En el coche, Estela y yo pactamos que decoraríamos nuestras habitaciones de Halloween. Cantamos la música de Ghostbusters, una peli de fantasmas que nos mola mucho, y jugamos a ser zombies. Reímos tanto de tan bien que lo hacíamos! Aprendimos mucho en PortAventura!

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